martes, 17 de agosto de 2010

El PGO advierte del peligro de torrentes en el camping de Deva

El documento indica que el riesgo es «bajo», pero recomienda evitar la instalación de nuevos elementos vulnerables

El Camping Municipal de Deva está instalado en un lugar propenso a sufrir torrentes. Así lo asegura la revisión del Plan General de Ordenación (PGO), que es claro al indicar en su 'Estudio de riesgos' que «la única zona torrencial en la que se reconoce una situación de riesgo coincide con el Camping Municipal de Deva, en la cuenca hidrográfica del río Peñafrancia». Las inundaciones y la torrencialidad es uno de los riesgos que analiza el documento que salió a información pública el pasado siete de agosto durante un plazo de dos meses. El estudio añade que el camping de Deva «se encuentra ubicado sobre un depósito de naturaleza torrencial», aunque considera que el riesgo al que se ve sometido el equipamiento turístico es «bajo».
Aunque no se esperan avenidas torrenciales en la zona, el estudio apunta que «no es recomendable la instalación en estas zonas de nuevos elementos con un grado elevado de exposición y vulnerabilidad».
La Confederación Hidrográfica del Cantábrico elaboró un informe para la prevención de inundaciones en el municipio gijonés, máxime teniendo en cuenta el historial de episodios de este tipo sufridos en el concejo tanto en el propio casco urbano y sus alrededores como en Fontaciera, La Camocha o Granda.
El PGO también analiza otros riesgos naturales, como pueden ser los desprendimientos y resalta especialmente las inmediaciones del Cabo Torres, de las que apunta el «alto riesgo de desprendimiento de masas rocosas». Dentro de su análisis, destaca que hay lugares «en los que es muy probable que se produzcan nuevos desprendimientos con desigual volumen, que pueden causar daños importantes. Es el caso del cantil que se presenta por encima de El Muselín».
Deslizamientos y socavones
En cuanto a los deslizamientos de tierras, el 'Estudio de riesgos' presta especial atención a las escombreras, en concreto a las de La Camocha, Aceralia, Sotiello y las balsas de Pinzales, además de otros puntos en los que se han advertido pequeños corrimientos de tierras, debido fundamentalmente a la presencia de arcillas en el terreno.
Algunas zonas del municipio en las que se han detectado este tipo de deslizamientos son Serín y los valles de Veranes, Llantones, La Olla-Rioseco y Caldones-El Meredal. Sobre éste último, el estudio destaca «los espectaculares deslizamientos acaecidos en la ladera Norte del Pico del Sol, en el entorno de Santa Cecilia».
Pero es que también se apuntan los hundimientos, con la existencia de dolinas -depresiones con paredes muy inclinadas- en zonas como Vistalegre, en la subida al Alto de La Madera, en la vía de servicio de Veranes o la urbanización de Lloreda. Una depresión aún mayor, considerada una uvala -unión de varias dolinas-, se localiza en La Hoya de Casares (Porceyo).
El casco urbano de Gijón también presenta sus problemas, especialmente en las inmediaciones de la Puerta la Villa y la plaza del Carmen, debido a las características de su subsuelo.
También terremotos
La inestabilidad del terreno también afecta a las zonas costeras, especialmente a los acantilados cuarcíticos del Cabo Torres o en los de las playas de Peñarrubia, Estaño, Centollera y La Ñora, en el Cerro de Santa Catalina o en las inmediaciones de Rosario Acuña.
El PGO ofrece un completísimo estudio de los riesgos a los que se enfrenta el municipio y estudia tanto los naturales como los inducidos por el hombre. Entre los primeros también se encuentran los terremotos, cuya incidencia «puede considerarse mínima, salto pequeñas repercusiones marginales asociadas a fonomenología reciente, como es el caso de los fenómenos sísmicos en toda el área cantábrica en relación con la Falla de Ventaniella».
Esa falla atraviesa el Principado de Asturias y pasa por el puerto pongueto de Vantaniella, en línea recta, hasta salir por la ría de Avilés y adentrarse en el Mar Cantábrico. El 22 de mayo de 1997 se llegaron a registrar en la ciudad temblores que alcanzaron una magnitud de 5,1 en la escala de Richter. A pesar de todo, aunque «el riesgo sísmico no es nulo, es muy bajo», apunta el 'Estudio de riesgos' incluido en la revisión del PGO.
¿A qué otros riesgos naturales se enfrenta Gijón? Uno de ellos puede ser la sal existente en el subsuelo de la mayor parte de la zona urbana, lo que podría obligar a la utilización de cementos especiales para la construcción de cimientos, «fundamentalmente en la parte más próxima al mar».
El motivo es que el agua de la mar se filtra en el subsuelo. No hay más que comprobar cómo en muchas obras de construcción los operarios se tienen que enfrentar a continuas inundaciones por el agua procedente del nivel freático. Ese agua procede de la mar, por lo que tiene un alto contenido en sal. Es esa sal la que puede presentar un problema para la construcción, ya que puede afectar a la cimentación de los edificios y suponer un peligro para su estabilidad.

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